Nesta parte Mayte Sancho y José Félix Martí Massó conversam sobre a importância econômica e política do envelhecimento, o exagero em torno da “silver economy”, a carga social, o trabalho não monetizado, os direitos humanos, a cidadania, o cuidado e a finitude
¿Cómo le damos la vuelta al discurso que ve a los mayores como una carga para el sistema social?
Me estaba acordando ahora de la ley de la adaptación del envejecimiento que recientemente ha aprobado Francia, donde la exposición de motivos dice que la vejez, así en término global, va a ser la primera fuente de empleo no deslocalizado en ese país en los próximos 20 años. Esto es interesante, es decir, es otra mirada que de alguna manera equilibra esta conciencia tan extendida de vejez igual a carga social. Eso por una parte, pero por otra parte también está todo ese mundo, que es invisible además, y que tiene que ver con el trabajo no remunerado. Las personas mayores jubiladas ejercen montones de tareas que se engloban ahí, en eso que se llama el trabajo no monetarizado, que se traduce en tareas de transferencia de cuidados, transferencias económicas, trasferencias de apoyos... Solamente recordemos tan recientemente nuestra crisis, en que el 20% de los hogares en España han sido mantenidos por una pensión, hogares multigeneracionales.
J.F.M.: Me ha gustado el comentario que haces. Yo entiendo que en los países nórdicos: Finlandia, Noruega, Suecia... las personas ancianas son una de las principales fuentes de empleo. Yo creo que esto cambiará la impresión que tiene la población normal sobre la ancianidad como una fuente de empleo importante.
M.S.: Totalmente. De empleo y de riqueza. De generación de productos, de tecnologías, de productos especiales para mayores... todo este tipo de cosas.
J.F.M.: También creo que la población se tiene que acostumbrar a pensar que cuando invierte en vejez, invierte en ellos mismos dentro de unos años. Yo creo que esto es una perspectiva que a la gente se le olvida.
M.S.: Es una perspectiva práctica...
J.F.M.: Muy práctica y útil, ¿no?
“La población se tiene que acostumbrar a pensar que cuando invierte en vejez, invierte en ellos mismos dentro de unos años”. Cuando familiares se inhiben del cuidado de una persona con dependencia, incluso teniendo medios para hacerlo, ¿la solidaridad pública ha de compensar al egoísmo privado?
M.S.: En este momento hablar de cuidados requiere una mirada mucho más amplia que la mirada exclusivamente familiar. Ya sabemos que los cuidados de una persona en este momento pueden durar en torno a 10-12 años, que además tiene una intensidad enorme en tiempo y también en especialización, en el tipo de cuidados que es necesario realizar hacia una persona que los necesita. En este sentido, yo creo que no podemos hablar de Estado-familias. Nuestro modelo, además, en este momento es Estado más familias, más aportación voluntaria, más iniciativa privada, más... todo. El cuidado, hoy, puede dirigir y condicionar totalmente la vida de las personas. Por lo tanto, yo no me atrevería a calificar de egoístas a las familias. Evidentemente, las familias tienen historias privadas que desconocemos desde el análisis más profesional, pero lo que está claro es que, en este momento, el cuidado necesita la aportación del sistema público, la aportación familiar y la aportación de la sociedad en general. Además, el sistema de protección social tiene obligación sobre la ciudadanía en relación a los cuidados. Yo creo nadie hoy se planteará cuando alguien va al especialista, va a tu consulta, si su declaración de renta es superior al siguiente paciente que va a venir, porque es un derecho. Los cuidados son un derecho también, mucho más imperfecto, pero sí están reconocidos como un derecho subjetivo pleno. Es decir, que el sistema de protección social tiene que hacer frente a una situación de cuidados que ha tomado una dimensión completamente diferente a la de hace 15 o 20 años.
J.F.M.: En términos generales estoy de acuerdo con lo que dices. Creo, efectivamente, que el cuidado de ancianos desde el punto de vista económico es muy caro, desde el punto de vista de consumo emocional, muy largo, y eso se nota muchísimo cuando a veces durante 10, 12 o 15 años una persona demenciada sobrevive con cuidados que a veces uno se plantea si esto tiene sentido o no... Y hago un paréntesis para decir que a mí me sorprende cuando pregunto: “¿La calidad de vida de esta persona crees que es buena, que merece la pena vivir así?”. La mayoría de gente dice que sí, la familia de personas con enfermedad de Alzheimer relativamente avanzada, entiende que es una vida con cierta calidad.
También hay algo que veo que es muy difícil de evitar, y es que los bienes que ha ganado una persona es muy difícil que los hijos, los que van a ser herederos se desprendan con generosidad. Bueno, lo ha ganado ella, ha sido para tener una vejez feliz, ahora estamos en la vejez, ahora es cuando hay que gastarlo... Y les cuesta muchísimo invertir en esto, como que necesita seguir ahorrando en una fase de la vida en que lo que hay que hacer es gastar. Y me sorprende, la verdad.
M.S.: Con eso estoy completamente de acuerdo contigo. Es más, estaba recordando las aportaciones que hicimos a la Estrategia Vasca de Envejecimiento Activo, 2015-2020. Ahí he puesto un énfasis especial en todo lo que tiene que ver con orientaciones de intervención y consejo hacia las personas cuando envejecen. Todavía vivimos con esta idea de que el patrimonio que hemos construido con bastante esfuerzo a lo largo de los años es de los que vienen después. Esto se enfrenta con las situaciones de dependencia, y es triste cuando ves a personas que pueden perfectamente financiar con su patrimonio, con su dinero, los cuidados y no lo están haciendo. A veces las familias tampoco animan a ello, y están teniendo una calidad de vida deficiente cuando podrían tener una calidad de vida, dentro de su enfermedad, de la mejor manera posible. Todo ello sin negar, insisto, la obligación que tiene el Estado, como contribuyentes, además, con sus ciudadanos. Porque, claro, los cuidados en este momento son una responsabilidad social, personal y de los poderes públicos también.
Pero esto que comentas me parece importantísimo, siempre pensamos que lo nuestro tiene que ser para nuestros hijos. A veces lo nuestro tiene que ser para nosotros; casi desafortunadamente, la verdad, tiene que ser así.
El envejecimiento no se asume hasta que se acerca. ¿Habría que irse acostumbrando a todo lo largo de la vida?
J.F.M.: Muchas veces no se asume ni cuando llegas a ser viejo, no es fácil asumirlo. Pero es verdad que uno tiene que estar pensando cuando es joven en que un día va a ser viejo, y que es importante para tener calidad de vida en la vida adulta y en la vejez cuidarse desde la juventud. La gente que ingiere tóxicos: alcohol, tabaco, otras sustancias nocivas; que tiene mal cuidado en la alimentación y engorda de una forma desproporcionada; la gente que no controla los factores de riesgo vascular, la hipertensión; si es diabético, la diabetes; el sedentarismo, el ejercicio físico como algo importante; el ejercicio intelectual en forma de lectura, de escritura, de reflexión... La actividad social: yo creo que la actividad social es muy importante para cuidarse, el tener amigos o participar en actividades colectivas desde cantar en coros, ir a ONGs o a la parroquia, por citar sitios habituales de nuestras personas mayores. Creo que todo eso es importante hacerlo desde la juventud para llegar a tener una vejez saludable, y hay que insistir en que la gente joven empiece a prepararse desde ya.
M.S.: Sin ninguna duda. Desde luego yo creo que, efectivamente, no pensamos en la vejez. No pensamos en la vejez porque la vejez tiene mala prensa y ahí también es necesario invertir. La inversión en prevención y en hábitos, por ejemplo, tiene de alguna manera que transmitir una imagen de la vejez ajustada a la realidad, ni ensalzar, ni minimizar o demonizar. Lo que hemos estado comentando antes: asociar la vejez con pérdida, con enfermedad, con tristeza, con cuidados y con gastos... claro, nadie quiere apuntarse a esa tribu. Evidentemente, tenemos que prepararnos desde la infancia para envejecer bien, pero también la sociedad tiene que aceptar el envejecimiento como una etapa en la vida en la que hay pérdidas, pero en la que también hay muchas riquezas.
Fonte:http://www.euskonews.com/ Por Juan AGUIRRE SORONDO em 2017 / 07-05 / 09 - 06
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