La expectativa de vida para cualquier niño que nazca en 2017 será de 100 años. Los expertos creen que ante esta nueva realidad, la institución del matrimonio va a tener que replantearse.
¿Hasta que la muerte nos separe? Imagínese si un hombre o una mujer se casa a los 30 años y su expectativa de vida, si es europeo o norteamericano, es de 104 años o de 100 años si es latinoamericano. Eso significa que pasaría viendo a la misma persona la bobadita de 70 años o más. Por inverosímiles que parezcan estas cifras son datos científicos sobre los cuales no hay mayor discusión, ya que avances de la ciencia y la medicina producirán ese milagro, o pesadilla.
Varios estudios han evidenciado el aumento dramático de la esperanza de vida en la población mundial, y otros tantos han revelado la posibilidad de frenar el proceso de envejecimiento biológico mediante fármacos que podrían interactuar con el ADN y mantener las funciones orgánicas durante la vejez. Esto sumado a un estilo de vida saludable, desde luego. Esta realidad hace pensar que varias cosas van a cambiar en la cotidianidad, entre ellas el matrimonio.
Sarah Harper, profesora de gerontología y directora del Instituto de Envejecimiento de la Población de la Universidad de Oxford, puso sobre la mesa este tema en días pasados y advirtió acerca la dificultad que van a tener las parejas para mantener los votos de amor que se juran al casarse. “Deberíamos preguntarnos si queremos pasar con nuestras parejas 50, 60, 70, 80 o más años, pues por el momento estamos aumentando 2,5 años de esperanza de vida por década o, dicho de otra manera, 15 minutos por hora ”, señaló Harper. La experta citó investigaciones que muestran la disminución del porcentaje de viudez como primera causa de rompimiento de un matrimonio durante los últimos 45 años, el aumento en las tasas de divorcio y el auge de las uniones maritales entre mayores de 65 años.
Todo esto es prueba fehaciente de que la gente vive más años, pero también de que un alto porcentaje de personas se están casando más de una vez en su vida. De hecho, según datos revelados por Harper, el 42 por ciento de los matrimonios hoy en día terminan en divorcio. En Colombia, según las cifras más recientes de la Superintendencia de Notariado y Registro, más de 18.000 matrimonios terminaron su relación legalmente el año pasado y 4 de cada 10 personas casadas terminan divorciadas.
Para Andrés Mauricio Cano Rodas, profesor del Instituto de la Familia de la Universidad de La Sabana, el meollo del asunto no es la cantidad de tiempo que vaya a pasar una persona con otra bajo el mismo lecho, pues hace unos años “era normal encontrar parejas que llevaban más de 50 años de casados porque contraían nupcias mucho más temprano que ahora”, dijo a SEMANA. Hace un siglo muchas mujeres se casaban entre los 15 y 20 años, mientras que ahora la mayoría espera para hacerlo entre los 30 y 40 años. Esto, desde luego, está relacionado con la inserción de la mujer en la sociedad, lo que le ha permitido educarse más, convertirse en profesional, empresaria y no ser solo ama de casa, como en el pasado.
Adicionalmente, se suma el hecho de que el matrimonio como institución ha perdido fuerza. Colombia es uno de los países donde la gente se casa menos, pues apenas un 20 por ciento de la población adulta en edad reproductiva vive en matrimonio, mientras que el 35 por ciento lo hace en unión libre. Así lo reveló un estudio hecho por la Universidad de La Sabana en alianza con otras seis universidades internacionales. De igual forma, el 59 por ciento de los colombianos no quiere tener hijos, lo que muestra que si bien la población será cada vez más longeva, probablemente no habrá una tasa de natalidad tan alta como la del siglo pasado.
Aunque está claro que no es fácil para una pareja permanecer unida en los momentos buenos y malos, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y la enfermedad, hasta que la muerte los separe, mucho menos lo es si ambos saben que podrían llegar a vivir alrededor de 100 años. Pero esto no necesariamente implica que las relaciones estén condenadas al fracaso, pues normalmente la mitad de los divorcios ocurren durante los primeros 10 años del matrimonio. Los que superan esta barrera, por lo general, permanecen juntos.
El secreto está en casarse bien o con la persona indicada, pues “así como vamos a vivir más, también tendremos mayor riesgo de depender del otro, para enfrentar enfermedades crónicas o incapacitantes”, explicó a SEMANA Robinson Cuadros, presidente de la Asociación Colombiana de Gerontología y Geriatría.
Tal y como lo han revelado varios estudios, estar casado es mejor que estar soltero o viudo, mucho más en la tercera edad. La investigación más reciente sobre los beneficios de vivir en pareja fue presentada la semana pasada en la conferencia anual de la Sociedad Británica Cardiovascular. Expertos de la Escuela de Medicina de Aston en Birmingham, Reino Unido, evaluaron durante 14 años a 900.000 pacientes y analizaron varios factores de riesgo como colesterol alto, diabetes, hipertensión arterial, infarto o ataque cerebrovascular, y encontraron que el matrimonio aumenta las probabilidades de supervivencia de una persona hasta un 16 por ciento.
Los autores del trabajo señalaron que esta tendencia responde al efecto protector que tiene el matrimonio en la salud de la pareja. “Un cónyuge puede hacer que su pareja se cuide mejor al advertirle, por ejemplo, sobre un estilo de vida inadecuado o recordarle que se debe tomar los medicamentos”, señaló Paul Carter, quien lideró la investigación.
El riesgo de muerte de una persona soltera que llegue a la vejez sin alguien que lo cuide, o de alguien que pierde a su esposo, o viceversa, es muy alto. De hecho, cuando alguien enviuda “el sistema inmune queda en el piso. Pero las mujeres resisten más y después de los seis meses aparece lo que llamamos florecimiento de las viudas”, dijo a esta revista José Fernando Gómez, gerontólogo y miembro del Programa de Investigaciones en Gerontología y Geriatría de la Universidad de Caldas.
Esto va de la mano con el fenómeno de los matrimonios tardíos, que cada vez está más en auge debido al aumento de la esperanza de vida. Según Barbara Bloomfield, consejera de familia y pareja, estamos viviendo una época en lahay un aumento en el número de personas que se casa nuevamente después de los 60 años, y eso está “vinculado directamente con una especie de renacer de vida en pareja en esta etapa, algo impensado hasta hace algunos años”, dijo la experta a SEMANA.
Sin embargo, más allá del tiempo que pueda durar un matrimonio, la estabilidad es el factor fundamental para que sea algo positivo, pues estudios anteriores han encontrado que un enlace tormentoso puede aumentar el riesgo de ataques cardiacos y accidentes cerebrovasculares. Por eso, como dice Cuadros, envejecer en pareja se relaciona con la salud física, mental y emocional solo si “perdura ese amor que se nutre de los pequeños detalles y no de la belleza física”, dijo a esta revista.
Si bien Harper afirma que el matrimonio debe replantearse a causa de la longevidad de las personas, los expertos señalan que esta institución difícilmente vaya a cambiar en su esencia y tradición. Lo más importante es saber cómo lograr que la relación sea duradera y estable con base en el respeto hacia el otro y siendo conscientes de que no es posible cambiarlo.
Según un estudio publicado en la revista Journal of Marriage and Family, que le hizo seguimiento a un centenar de matrimonios durante 13 años, la clave radica en rescatar los intereses en común y la atracción que los unió desde el principio, al igual que cultivar la relación a diario con pequeños gestos. Al final de cuentas, es preferible llegar a viejos casados, pues “la soledad es un buen lugar para encontrarse, pero un mal lugar para quedarse”, concluye Cuadros.
Fonte: www.semana.com/ Em 6/10/2017
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