El apego afectivo le viene muy bien a
nuestro cérebro
Publicado el Diario Clarín
“Me
contás un cuento?”, suelen pedir los niños a sus padres o a sus hermanos
mayores antes de dormir. ¿Por qué lo harán? ¿Será que buscan conocer una vez
más la historia de dragones y princesas o, más bien, querrán que esa voz
familiar los acompañe en ese último rato de vigilia?
Resulta difícil pensar en cualquier
comportamiento que sea tan importante para nosotros como lo es el apego. La
alimentación, el sueño y la locomoción son imprescindibles para la
supervivencia, pero el ser humano, como ya ha planteado la filosofía, es un
“animal social”. Son nuestros lazos sociales los que nos permiten una vida
plena.
El apego entre cuidador y bebé se
comprende como un sistema de regulación diádica (según el diccionario, dos
seres estrecha y especialmente vinculados entre sí). Las conductas de cuidado
de la madre (cuidador primario) le permiten al niño desarrollar mecanismos para
regular el estrés, las emociones, las situaciones novedosas y comprender los
estados mentales en épocas posteriores. De esta manera las experiencias
vinculares madre-hijo de los primeros años de vida son críticas en el
desarrollo de circuitos cerebrales implicados en la regulación (fisiológica,
afectiva, conductual) del niño. Las experiencias de apego estarían asociadas al
desarrollo y conectividad del hemisferio derecho del cerebro del bebé y en
particular a redes cerebrales que forman parte de lo que se ha denominado el
“cerebro social”. Entre ellas, las que implican la habilidad para inferir los
estados emocionales e intencionales de los otros.
Otro momento clave en el desarrollo
del cerebro social es la adolescencia, una etapa crítica con cambios
sustanciales en el “cerebro social”.
En este período de transición y
cambios, los adolescentes con apego seguro se verán favorecidos en la reorganización
cerebral al contar con figuras de apego disponibles para realizar procesos de
regulación interactiva con ellas, figuras que continuarán influyendo en el
desarrollo de nuevas habilidades sociales.
Nuestro equipo investigó a
adolescentes con diferentes estilos de apego en los cuales se exploró el
procesamiento de información emocional.
A los participantes se les
presentaron estímulos (rostros y palabras) con valencia positiva o negativa,
mientras se les realizaba un estudio que permitía ver la actividad eléctrica
cerebral. Los resultados mostraron que los adolescentes con diferentes estilos
de apego procesan, a nivel cerebral, de forma diversa la información emocional.
Los adolescentes con estilo de apego inseguro mostraron un sesgo negativo para
el procesamiento de información, lo que sugeriría que son más propensos para
detectar estímulos negativos y así activar conductas evitativas. Esto puede
comprenderse porque los mismos percibirían al entorno como más amenazante.
Otro hallazgo relevante fue que los
adolescentes con apego seguro presentaron mejores habilidades en tareas que
evaluaban funciones ejecutivas.
Estos resultados son acordes a lo
mostrado en estudios anteriores que sostienen que el apego seguro se asocia a
mayores habilidades cognitivas. Un elogio más, esta vez desde la ciencia, del
arte del arrullo.
*Facundo
Manes (Quilmes, Argentina, 1969)1 es un neurólogo y neurocientífico argentino creador del Instituto de Neurología Cognitiva
(INECO), presidente de la Fundación INECO y rector de la Universidad Favaloro.2 Es investigador del Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas (CONICET)3 y del Australian Research Council (ACR) Centre of Excellence
in Cognition and its Disorders.
Fonte: http://facundomanes.com/2014/03/30/el-apego-afectivo-le-viene-muy-bien-a-nuestro-cerebro/
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